La Tumba del Pescador
A Pedro, pobre y criminal, se le da sepultura en la tierra desnuda del monte Vaticano el año 67. En el 160 se transladan sus restos mortales a un cubículo de mármol que forma parte del Trofeo de Cayo, un metro por encima de la tumba original.
El 29 de junio del 257 los cristianos romanos, temerosos de la ira imperial de Valeriano, transladan los despojos del Apóstol a las catacumbas de San Sebastián en la Via Appia. Hacia el 350 vuelven las cenizas del Pescador al Vaticano. Se les da sepultura en la así llamada Tumba Beta, situada a un poco más de un metro por encima de su segundo lugar de reposo. Allí permanecerán hasta los años cuarenta del siglo pasado.
Poco después de subir al trono de Pedro en 1939, el papa Pío XII da a varios arqueólogos el encargo de hallar la tumba de Pedro bajo la basílica vaticana.
El arqueólogo jesuita Terrua, almacena en casa objetos hallados durante las excavaciones con la intención de estudiarlos más detenidamente y publica en un diario romano el 16 de enero de 1952 un artículo sobre el famoso graffito PETR ENI. Pío XII, airado, lo obliga a devolver de inmediato el objeto al Vaticano.
Temeroso de la ira papal, el jesuita calla sobre los centenares de objetos que conserva él aún en casa. Ya anciano, los pone en mano de un sobrino quien decide esconderlos en una de las tantas basílicas romanas.
Ya en el nuevo milenio se desata en Roma una lucha encarnizada. Cinco partidos se disputan la posesión del “tesoro de Terrua” pero solo uno de ellos, el más débil de todos, conoce exactamente el escondite.
El diario de Terrua, parte de su “tesoro”, contiene revelaciones históricas que, de caer en ciertas manos podrían destruir al papado. Una de las más inocuas de esas verdades es la destrucción inadvertida por parte de los arqueólogos de las tres tumbas que albergaron los restos mortales del Pescador bajo la basílica de San Pedro.
Marción de Sínope
Esta placa de oro fue hallada en la tumba de Marción de Sínope. Este misterioso personaje estuvo sepultado a un metro de distancia de la segunda tumba del Apóstol bajo la basílica vaticana.
Sus restos permanecieron allí desde el 160 hasta los años cuarenta del siglo pasado, cuando los arqueólogos papales lo destruyeron todo.
En esta placa de oro se lee en griego: “Evangelio de Isu Cresto según Marción” y verifica la tradición según la cual Marción escribió un enésimmo evangelio de Jesucristo. Sus escritos desaparecieron al ser él declarado heresiarca.
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